6 oct 2017

En la que llaman la Buchinguer buscan amparo hombres y mujeres cansados de vivir bien, capaces de pagar una fortuna para que en unas semanas de tratamiento les quiten esos kilos que les han costado una fortuna adquirir (la vida social te obliga a eliminar a precio de oro aquello que has tragado con satisfacción). Fortuna por fortuna, ningún paciente es tan insensato como para hacer la media de lo que cuesta cada gramo en el continuado ensanchar y estrecharse de la tripa a causa de excesos de grasas saturadas y alcohol, de verduras y peces hervidos. La limpieza corporal es necesaria para que el ritmo de los saraos no cause un colapso, pues no hay nada menos elegante que morir reventado de puro regocijo.

De limpiezas van estas líneas porque todos estamos necesitados de un lavado a fondo. En este caso, un lavado mental de la marea de Puigdemont y sus secuaces que nos colapsa los teléfonos móviles desde hace semanas. Lo que al principio nos parecía hilarante se ha convertido en una saturación. De hecho, apenas nos quedan ganas de abrir el wasap cuando descubrimos que el remitente es uno de tantos que no cejan en su empeño de perturbar la paz del mundo a base de memes, chistes fotográficos, audiovisuales o meramente sonoros, como si su reenvío de gracietas fuera la avanzadilla de una guerra.

http://elcorreoweb.es/opinion/columnas/limpieza-mental-BC3510605


Y con los chistes, las encuestas, reenviadas con la ansiedad de quien se encuentra encadenado en el interior de una casa en llamas. Vota sí; vota no. Sin pensar en la necesidad, en la fiabilidad, en la objetividad, en el efecto. El tráfico de datos crece en una infinita longaniza vegana cuando apretamos el “sí” o en el “no”, cual soldados en esta batalla digital, antes de reenviar la espiral infinita de indignación.

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